Anomie [PRIV]

Recién había conseguido trabajo en aquel lujoso casino, era mi primer día de trabajo, me lo habían explicado a la perfección; estar en la entrada dando la bienvenida a los que llegaban y en caso de que alguien me solicitara, entrar con esa persona.
Nunca me había gustado que me dieran órdenes, y mucho menos toparme con personas como las que, con las que seguramente me toparía, y no tendría más remedio que hacer buena cara y “complacerlos”.
Mi trabajo sería simple, por lo que, en mi habitación me alistaba con un pequeño short una camisa blanca por fuera del short así como un ligero chaleco negro en juego con el short y con las medias así como con las botas que llegaban hasta el inicio de mis rodillas.
Completamente listo suspiré viéndome al espejo para seguido de ello salir de mi habitación con la mayor disposición, esperaba que esa noche, dado a que era la primera, no toparme con alguno de aquellos que decidiese pedir atención privada. Salí de mi habitación caminando por los pasillos hasta llegar a la entrada del casino, la observé con atención, dado a que aun era temprano, no me gustaba ser impuntual y mucho menos si se trataba de mi trabajo. Daba continuos vistazos al reloj en espera de que fuese la hora de abrir; de pronto en el último vistazo que di, era la hora; por lo que, suspiré tomando en mis manos las perillas de la puerta y antes de abrirla poner mi mejor sonrisa. “Bien hora de trabajar”; pensé al tiempo que abría la puerta quedándome de pie en el marco de esta observando la calle y a uno que otro sujeto caminando por esta.
Los minutos avanzaban de manera lenta y eran pocos a los que tenía que sonreír mientras daba la bienvenida al lugar.
Así transcurrió la mitad de la noche, estaba algo cansado sin embargo no dejaba de hacer lo que debía. Observaba a todos y cada uno de los que entraban, que si bien vestían demasiado elegantes, no dejaban de ser, para mí, borrachos adictos al juego así como a otras cosas, simplemente empresarios adinerados en busca de diversión, malgastando sus ganancias, en fin, no tenía ni voz ni voto, simplemente recibirlos con buena cara.
El tiempo avanzaba y hasta el momento estaba satisfecho, no me había topado con alguien que deseara “atención especial”, esperaba a que terminara mi turno, estaba algo cansado y sediento, faltaban unas horas para que esto ocurriera, solo tenía que aguantar un poco más.

Continuaba recibiendo a los clientes que entraban ahí haciendo mi mejor cara, viéndolos entrar en el mismo. Voltee un momento mi cabeza hacia el interior del casino logrando observar como uno de los clientes caminaba hacia mí tambaleándose.
“Borracho como los demás” pensé dejando escapar una leve risa debido al estado en el que vi a aquel hombre; sin embargo, justo cuando estaba recibiendo a otro de los clientes un golpe contra mi cuerpo me hizo tambalearme al grado de tener que apoyarme en la puerta y sostenerme de uno de lo primero que tuve en mi camino, para no caer el piso, cuando levanté mi rostro note que alguien había chocado contra mí, un hombre, el mismo que había visto tambalearse camino a la entrada; esboce una leve mueca de molestia misma que era acompañaba por un intenso sonrojo al sentir la cercanía de su cuerpo al mío así como el calor de una de sus manos sobre mi hombro.
Apenas iba a responder su pregunta cuando me vi atacado de estas por su parte, le observaba ocasionalmente, ciertamente el olor concentrado del alcohol no me agradaba del todo así como tampoco tener que lidiar con borrachos, sin embargo su olor era peculiar, lograba agradarme, pero, no era de mostrar mis debilidades, por lo que simplemente desvié mi mirada de la suya, sintiendo mi rostro en demasía sonrojado.
-Estaba…a…a punto de salir…-
Susurré de manera nerviosa sintiendo su cuerpo cerca del mío y con uno de mis brazos quité el suyo que estaba sobre mi hombro para incorporarme por completo y regresar mi vista a su rostro y poner mi mejor cara como lo estaba haciendo hacía unos momentos.
-Mi nombre es Ayame y soy de nivel uno.-
Terminé de presentarme e hice una leve reverencia delante suyo para después incorporarme aun sintiendo mis mejillas arder.

Coloqué ambas de mis manos detrás de mi espalda justo en el momento en que me incorporaba después de mi presentación, escuchando sus palabras, así como su nombre.
Ciertamente la altanería con la que se había presentado ante mí, no me agradó del todo, comprendía que soy un empleado a su servicio, sin embargo, no tenía porque ser de esa manera.
Su voz me pareció intimidante, sin embargo no deje que él lo notara, pero, al estar perdido en mis pensamientos, no me di cuenta que una de sus manos tomaba de la mía si no hasta que fui jalado de la misma obligándome a dar vuelta a mi cuerpo quedando de espaldas a él y muy cerca de su cuerpo. Aquel agarre me tomó por sorpresa, y un ligero temblor se presentó en mi cuerpo al tener el calor del suyo en mi espalda, el escuchar su voz tan cerca de mí de igual manera me hacía temblar un poco, sin embargo lo disimulaba cambiado en varias ocasiones la posición de mis piernas y al sentir como sus manos pasaban a mi vientre un escalofrío recorrió mi espalda haciendo que mi cuerpo se encogiera un poco mismo acto que provocó que mi trasero se pegara contra su entrepierna lo cual hizo que dejara escapar de mis labios un quedo e imperceptible suspiro ante aquello, limitándome a asentir con mi cabeza en varias ocasiones antes de sentir la calidez de su saliva sobre mi oreja cosa que hizo que mi cabeza se hiciera hacia abajo y que mi cuerpo se estremeciera en sus brazos.
-De…de acuerdo... Yo-sama.-
Susurré antes de su cuerpo se separa del mío de manera lenta lo cual me hizo soltar un ligero suspiro de alivio llevándome a recargar mis manos en la perilla de aquella puerta a manera de soporte mientras le observaba salir de aquel lugar.
Recargué mi cuerpo completamente en la puerta, solo faltaban 20 min para que mi turno terminara, mi primer día de trabajo, y ya me habían solicitado para un servicio “especial” no tenía ni la menor idea de si eso era bueno o malo, pero cumpliría con mi trabajo, aunque no me agradara del todo la idea, por muy apuesto que fuese el cliente. Sin darme cuenta aquellos 20 min había pasado más rápido que toda la noche; por lo que, con rapidez acomodé mi cabello así como mis ropas para no hacerlo esperar demasiado, estaba nervioso, y de cierta manera ansioso, pero no se lo dejaría notar, así que una vez que estuve completamente listo me encaminé al estacionamiento con algo de nerviosismo, dado a que no sabía cuál era su auto por lo que, me quede simplemente en el centro del estacionamiento observando cada uno de los autos que estaban ahí tratando de adivinar cuál sería el suyo.